Por fin cae la noche, poco a poco, un aire tibio envuelve mi cuerpo volviéndose frío, ciñendo mi alma tal como sujeta una venda un cuerpo herido. Pronto, las risas, las caricias y mis añorados recuerdos se desvanecen y es ahí cuando me invade un vacío volviéndose cada vez más gélido. El alma se aleja ahogándose en un mar de temor, dejando atrás a ese corazón lleno de vida inmerso ahora en un cuerpo ausente. Es así, que lentamente mi voz se acalla por los gritos de ese silencio frío en medio de miedos y dudas que susurran que ya no vivo...
Periodista: Lara Paez
Editor: Agustín Flores
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