Nunca debes ponerte frente al espejo y repetir nueve veces seguidas el nombre de Verónica. Sé que quizás hayas oído esta historia...Quizás pienses que es mentira y no lo creas...está bien, no pasa nada, pero por favor no te burles de ella.
Verónica era una chica de 14 años, rubia, de piel muy blanca. Siempre vestida de blanco. Una noche practicando espiritismo en una casa abandonada no siguió las reglas de los fantasmas, se burló durante toda la invocación. Se desprendió una gran araña de candelabros del techo y la golpeó mortalmente en la cabeza. Pero la venganza de los espíritus no acabó acá: Verónica aun no descansa en paz. Su espíritu está condenado eternamente y ahora es ella la que quiere vengarse de todo aquel que no sabe respetar las reglas del juego.
María era una chica que conoció dicha leyenda en su universidad. Ella era a su criterio demasiado razonable para creer en esas estupideces, pensaba y solo reía. Sus amigos le contaron lo sucedido. Ella, tan valiente que era no tendría problemas en probar la supuesta mentira. Fue a un baño, acompañada de una compañera y realizo brujería. No pasó nada y el grupo, entre risas, lo olvidó enseguida.
Pero María lo recordaba. Al hacerlo sintió un escalofrío indescriptible... Esa misma noche acostada en la cama, se despertó por un sonido raro. Era un susurro indescifrable que oía cerca de la nuca. Además sentía como si alguien respirara en su cuello. Asustada, se levantó y encendió la luz. Nada había a su lado. Pero no pudo dormir.
Al día siguiente, no se atrevió a contárselo a nadie. Aún seguía aterrorizada por lo que le había sucedido la noche anterior. En mitad de la clase tuvo que salir al baño. Hacía mucho frío y una capa de niebla cubría el espejo. María lo limpió con la mano y vió horrorizada que tras ella había una chica con una expresión de odio y sangre en la cabeza. Cuando se volvió a mirar, ya no había nadie. Rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, al volverse a mirar hacia el espejo vió algo que la dejó blanca. Limpió el vidrio nuevamente y encontró una frase: "No debiste invitarme a volver".
María no pudo soportarlo. Encerrada en un manicomio, sólo decía que el fantasma de Verónica la seguía atormentando. Acabó suicidándose.
María era una chica que conoció dicha leyenda en su universidad. Ella era a su criterio demasiado razonable para creer en esas estupideces, pensaba y solo reía. Sus amigos le contaron lo sucedido. Ella, tan valiente que era no tendría problemas en probar la supuesta mentira. Fue a un baño, acompañada de una compañera y realizo brujería. No pasó nada y el grupo, entre risas, lo olvidó enseguida.
Pero María lo recordaba. Al hacerlo sintió un escalofrío indescriptible... Esa misma noche acostada en la cama, se despertó por un sonido raro. Era un susurro indescifrable que oía cerca de la nuca. Además sentía como si alguien respirara en su cuello. Asustada, se levantó y encendió la luz. Nada había a su lado. Pero no pudo dormir.
Al día siguiente, no se atrevió a contárselo a nadie. Aún seguía aterrorizada por lo que le había sucedido la noche anterior. En mitad de la clase tuvo que salir al baño. Hacía mucho frío y una capa de niebla cubría el espejo. María lo limpió con la mano y vió horrorizada que tras ella había una chica con una expresión de odio y sangre en la cabeza. Cuando se volvió a mirar, ya no había nadie. Rió nerviosamente, pensando que todo era fruto de su imaginación, los nervios y el cansancio. Sin embargo, al volverse a mirar hacia el espejo vió algo que la dejó blanca. Limpió el vidrio nuevamente y encontró una frase: "No debiste invitarme a volver".
María no pudo soportarlo. Encerrada en un manicomio, sólo decía que el fantasma de Verónica la seguía atormentando. Acabó suicidándose.
Autor: Federico Vanegas
Editor: Brian Folonier
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