Barcelona, Domingo 21 de Febrero, 2010: Eran como las 5 de la mañana cuando estaba desayunando y mi tío se reía de mi cara de zombie.
Mas o menos a las 6.30 empezamos a equipar el auto para irnos a París, en el camino íbamos escuchando U2 y paramos un par de veces para comer y otras cosas.
Tipo 8 de la noche llegamos a la ciudad, mientras buscábamos el hotel habremos pasado como 3 veces por el mismo lugar y yo que quería ver el paisaje no podía porque Pablo, mi primo mas chico, deseaba que lo viera jugar al Nintendo.
Como a las 9 llegamos al hotel, dejamos las cosas y salimos a buscar un restaurant abierto ya que los franceses cenan muy temprano. Mientras comíamos asustamos a mis primos con la historia del Jorobado del Notre Dame, diciéndoles que iba a venir a buscarlos si se portaban mal, por lo que el mayor de 7 años se puso a llorar.
A las 11 llegamos al hotel y por la ventana de mi habitación se veía en el cielo las luces de la Torre. Nos dormimos en seguida por el agotamiento.
Eran las 7.30 cuando mi mamá me despertó para que me vaya a bañar, media hora después fui con todo el frío y mi terrible malhumor, salí y me puse cada abrigo que encontré pero no fue suficiente. Bajamos a desayunar y de ahí tomamos un micro de turismo recorriendo los puntos más importantes de París.
Creo que eran las 10 cuando llegamos al Arco del Triunfo, este está lleno de inscripciones con todos los nombres de soldados que lucharon junto a Napoleón y hay una llama que representa al soldado desconocido y siempre está encendida.
No sabíamos de que horrorizarnos más, si del frío o de los franceses que caminaban tal como si nada. Era increíble ver pasar mujeres con minifaldas en pleno invierno, todavía no se que tienen en la cabeza.
La segunda parada fue la Torre Eiffel , subimos en ascensor los 300 metros de la torre y pudimos ver toda la ciudad (a través de vidrios). Ahí descubrimos que en línea recta nos encontrábamos a once mil kilómetros aproximadamente de Buenos Aires, lo que no me dio ni un poco de tristeza. Almorzamos en el primer piso, el restaurant tenía todos ventanales para ver París. Descansamos un poco y mas o menos a las dos de la tarde estábamos en el micro otra vez, nos bajamos en la Catedral de Notre Dame y no sé a que hora fuimos al último punto del día, el museo del Louvre, que no entramos porque mis primos se iban a poner insufribles. A las 8 fuimos a cenar y llegamos muertos de cansancio al hotel, al otro día, fuimos temprano a la Basílica del Sagrado Corazón y después a Montre Martre donde me hicieron un retrato, bastante feo pero obvio que lo sigo guardando.
Después de eso, tomamos un café al estilo francés sin importarnos la temperatura, al volver fuimos a preparar las cosas para irnos a Disney de París, un lugar realmente mágico después de conocerlo.
A pesar de que la gente sea un poco desagradable, bastante sucia y antisocial, a pesar de que Francia sea el país de los arco iris, volvería una y mil veces mas.
Lamentablemente el 3 de Marzo a la mañana se nos terminó la alegría y la casa se inundó de lágrimas, acompañamos a los nenes al colegio por última vez, despedimos a mi tía que tenía que trabajar y con los ojos llenos de lágrimas nos fuimos al aeropuerto.
Después de, prácticamente veinticuatro horas, entre esperas y el viaje agotador llegamos a Ezeiza, dónde fuimos recibidos por un calor horrible y una cola inmensa para pasar a buscar el equipaje, típico de Argentina. Igual mejoró cuando fuimos a visitar a nuestra familia.
Autor: Micaela Lara.
Editor: Juliana Rami.
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